Evolución, cultura, oportunidad, economía, desarrollo, oportunidad de nuevos horizontes y experiencias… Los conceptos asociados a las ciudades son ilimitados desde la aparición de las primeras hace miles de años, más aún en la actualidad en la que los núcleos urbanos nos presentan una plataforma de interacciones sociales rejuvenecida con la aparición de internet y las redes sociales.
Es sobre esta tecnología, la que además de aceptar su introducción en las ciudades, con la que podemos aprovechar para entenderlas y más aún diseñar y modificar para el mayor bienestar de sus habitantes. En esta línea, podríamos por ejemplo utilizar los datos de internet y sus distintas aplicaciones, para ubicar áreas de mayor densidad de personas, actividades comerciales, culturales, flujos de vehículos, o muchísimos otros datos que nos resultaran de interés, tanto en tiempo real como de forma estadística. De este modo la oportunidad que nos ofrecen estos datos es la de poder desarrollar todo un sinfín de herramientas, metodologías o aplicaciones con las que resolver cualquier necesidad urbana.
En este sentido, la aproximación desde una perspectiva teórico-académica como práctica resulta especialmente nutritiva para contextos específicos y particulares como lo es el de las ciudades. La composición de las ciudades es tan diversa y rica, ya que se someten a cientos de combinaciones en donde el emplazamiento termina condicionando las expresiones de la ciudad misma, o lo que podemos llamar paisaje urbano.
Este paisaje, resultado de elementos bióticos y abióticos del hábitat, marca una relación de información entre el sujeto y el objeto, y cuya relación termina modificando a ambas partes. A tal punto, en el que las personas forman parte del paisaje o explicado por Sigfried Passarge como un conjunto resultante de la tierra, el agua, las plantas y los fenómenos culturales. Considerando estos aspectos como lo que él llamaba fuerzas modeladoras: El espacio, las personas, la cultura y la historia.
Habría que pensar en nuestras ciudades y en este modelado antrópico del paisaje urbano en donde los procesos de urbanización las condiciones ambientales de la zona y el biotopo consecuente son cruciales para entender su raíz y evolución. Esta relación debería ser siempre entendida como un continuo diálogo con la tierra, sin embargo, sabemos de sobra que la modificación del uso de suelo ha aparecido como un componente de transformación llevando los límites de la tierra a puntos irracionales e inimaginado.
Nuestras ciudades necesitan revisiones minuciosas, pero a la par recuperar algunos conceptos fundamentales no solo desde la perspectiva ambiental, sino desde lo económico, lo social y lo urbano. Entendimientos como los ideales romanos Cardus y Decumanus, alineaciones estratégicas en ciertas localizaciones que permitían aprovechar al máximo componentes del clima como el viento además de definir posiciones estratégicas en el territorio respecto a su geografía. O Genius-loci fundamentado como el espíritu del lugar, múltiples revisiones afirman que el genius-loci recae en aquellos fragmentos subjetivos del paisaje como la empatía o la resiliencia. Conceptos que, aunque generalmente conocidos por lo general no pasan de una mera aparición teórica pero que no llega a enraizar en las bases de los proyectos y ciudades, quedando, así como meras ideas o, peor aún falsas fachadas al nombrar sin sentido conceptos que no llegan a proponer nada significativo.
Las ciudades a día de hoy deberían ser vistas como millones de oportunidades para la mejora de las condiciones del territorio y por tanto de la calidad de vida. Simplemente, al hacer una revisión breve de algunos conceptos del entorno; y por tanto su potencial de estudio, nos daríamos cuenta de las áreas de oportunidad para el estudio del hábitat. Por ejemplo, sabemos que la radiación solar puede ser entendida como un componente invariable en el tiempo, ya que durante milenios no sufrirá mayor variación más que aquellas variaciones de las que nos habla Milankovitch, por lo que es un componente urbano mucho más importante de lo que solemos otorgarle en el confort ciudadano. Ya sea por algunas decisiones como eliminar elementos generadores de sombra como la vegetación o no teniendo en consideración la incidencia solar en las edificaciones ni conceptos básicos como el albedo o la reflectividad. Generando decisiones que se perpetúan y que se terminan expresando en componentes duros, hostiles y altamente ganadores de calor. Y lo que es aún peor, seleccionando materiales con alta inercia térmica que una vez que reciben esa ganancia térmica la han de disipar a lo largo del día y de la noche.
Otro componente como la ventilación, que en términos urbanos se traduce en la capacidad de los vientos naturales de la zona para adaptarse a la morfología urbana y envolver la geometría de la traza urbana para atravesar calles y espacios públicos. Significa la mejora de las condiciones higrotérmicas y de calidad de aire. A día de hoy, las ciudades se encuentran saturadas de aire en condiciones malas o muy malas en cuanto a calidad de aire, la presencia de múltiples componentes tóxicos por fuente combustión de combustibles fósiles generan emisiones en el aire que respiramos compuestos orgánicos volátiles (COV), óxidos de nitrógeno (NOx), y lo más recientemente documentado, ozono troposférico (O3). Representando esto, riesgo para la salud, a tal grado, que los accidentes cerebrovasculares; relacionados al material particulado (PM 2.5 y PM 10), se posicionan en el puesto número uno según la ONU respecto al índice de mortalidad a causa de motivos ambientales. Esto nos advierte sobre el peligro que tenemos en nuestras ciudades, pero a la vez significa que el diseño del espacio público es una tarea que requiere de la experiencia de multidisciplinar. Por ello, comienza a ser cada vez más habitual el trabajo con tecnologías como la teledetección para el estudio del territorio.
Por tanto, sencillamente con la revisión de asoleamiento y viento es evidente que las masas vegetales en general deberían ser observadas desde una perspectiva técnica precisa, más allá de las bondades en cuanto a la percepción del paisaje.
Como resumen, es importante visualizar que las ciudades son fuente de información constante, son el punto de unión entre el hábitat y el habitar humano que hemos construido desde hace siglos. Sin intentar dejarlo todo en manos del uso tecnológico sin fundamento, es importante resaltar que el buen uso de las herramientas tecnológicas actuales son imprescindibles para entender la evolución y funcionamiento de las ciudades. Tecnología que además puede proporcionarnos diversidad en cuento a tipo y magnitud de información, sin dejar de mencionar las herramientas que facilitan los procesos de estudio y de diagnóstico como aquellas dotadas de inteligencia artificial.
Como consecuencia de un trabajo conjunto multidisciplinar y con uso de las mejores herramientas para el estudio del territorio se posibilitaría un diseño eficiente a nivel energético, saludable para las personas y para la sanidad ambiental, así como amigable para los grupos más vulnerables.
Estudios en otras latitudes son capaces actualmente de determinar la cantidad de material particulado que recogen las hojas de los árboles más cercanos a las vialidades de mayor congestión o por mencionar otro ejemplo, ciudades que desarrollan investigación dirigida al estudio de contaminación lumínica con la intención de mejorar los instrumentos de legislación, no solo en la búsqueda la eficiencia energética sino de conocer los efectos a la fauna, especialmente hacia los insectos.
Para todo ello, es importante partir desde la perspectiva de la gestión del conocimiento, o mejor dicho por Kelvin “Lo que no se define, no se pude medir. Lo que no se mide, no se puede mejorar. Lo que no se mejora, se degrada siempre”.
Acerca del Autor:
Alfred Esteller Agustí
Grado de arquitectura y de máster por la Universitat Politècnica de València. Master en arquitectura bioclimática y sostenible. Profesor asociado en Universidad Cardenal Herrera, España.
Ha desarrollado artículos de investigación relacionados al urbanismo, bioclimatismo y arquitectura, con publicaciones como “Utilización de indicadores como respuesta a la introducción de la sostenibilidad en las ciudades mexicanas en el s.XXI” en ISUF-h 2019 – Ciudad compacta vs Ciudad difusa. Así como el estudio de los procesos de enseñanza-aprendizaje en la docencia con investigaciones en aula mediante el uso de rompecabezas en la enseñanza de la historia urbana. Ha sido asesor técnico para el Instituto Metropolitano de Planeación del Área Metropolitana de Guadalajara para la creación y redacción de la Norma Técnica Complementaria de Eficiencia Energética en la Edificación y actualmente técnico del Plan de Movilidad Urbana Sustentable para el municipio de Chiva, España.