"Lo que queremos es gestionar con experiencias plásticas."
Alfonso Arias: Para mí y para la revista Agencia, es un gran honor que nos hayas abierto un espacio en tu agenda. Sabemos que tienes mucho trabajo, el cual es impresionante. Nos gustaría dedicar esta entrevista al arte, la cultura y la sociedad.
Miguel Montor: Muchísimas gracias por la invitación yo feliz de la vida y bienvenidos a la oficina, aquí laboramos y es como lo habrás visto, es un taller, no me gusta llamarla oficina. Es un laboratorio de cosas que suceden y es donde experimentamos, donde trabajamos y donde nos divertimos y sufrimos día a día.
Alfonso: ¿Cuál es tu acercamiento, tu experiencia con el arte, la cultura y la ciudad?
Miguel: Yo creo que mi primer encuentro o mi primer encuentro consiente con el arte como tal, fue desde niño. Se podría decir que desde los diez y doce años siempre he tenido como una herramienta para el juego básica y muy cercana a mí que es el dibujo. De alguna manera me acostumbré a que si no podía tener ciertos juegos, no podía tener ciertas herramientas para jugar, lo que si tenía a la mano siempre era algo con que dibujar. Me hice mucho a la idea de poderme divertir dibujando algo que me ayuda a sentirme bien. Creo que los mejores momentos del día que puedo tener es dibujando. Entonces encuentro la diversión en lo gráfico, o en la manera de expresión gráfica desde muy temprana edad. La experiencia que yo tenía acerca del dibujo era de mucho placer. Entonces, de alguna manera me fui acercando, casi te diría orgánicamente, es decir, no ha sido ni impuesto, ni buscado, sino simplemente apareció y lo he ido asimilando. Cuando era adolescente, se podría decir en secundaria, o casi para entrar a la preparatoria, tuve un encuentro, una experiencia que no platico muy seguido, pero que fue muy importante en mi vida. Aunque hoy día lo veo casi como una broma del destino. Yo llevaba una materia en la secundaria que se llamaba danza regional y daba la casualidad de que era muy torpe para bailar, no me gustaba ir a los bailes. No me gustaba ir a estos eventos por lo cual reprobé esa materia. Me toca reprobarla justo en el pase automático que yo tenía de secundaria a preparatoria. Me informan que no me pueden dejar cursar el cuarto grado y tenía que regresar y cursar esa materia. Hice ahí una especie de trato con la misma escuela, les dije, yo no puedo cursar esta materia otra vez porque la voy a volver a reprobar. Me dijeron que podía intercambiarla por una actividad estética, como le llamaban ellos en el programa educativo. Me dieron la oportunidad de llevar pintura o escultura, había también apreciación musical, había muchas materias de ese tipo. Decidí cursar un año en donde lo único que vería sería arte. Haber reprobado una materia, fue lo que me llevó a tener un “approach” con mucho más tiempo y con más colchón a todas las artes, me fue increíble.
Después de ese año pasó a la preparatoria, pero ya voy perfilado, es decir, ya tenía muy claro que quería estudiar y que me dejaran seguir haciendo eso que me gustaba tanto. Esto me dejó orientar mi formación, o mi desarrollo en la educación hacia una dirección con un contacto más apegado a las artes, por así decirlo. Posteriormente estudio arquitectura, pero antes, al salir de la preparatoria, decido que quiero estudiar diseño industrial, porque para mí el mapa del diseñador industrial era muy divertido. Era alguien que dibujaba mucho, alguien que podía hacer las cosas realidad muy rápido, o sea, dibujo, y puedo hacer la mesa, el prototipo de la silla y en mi cabeza empezar a imaginarme incluso haciendo barcos y aviones.
Llega el momento en el que me doy cuenta de que no estaba tan fácil eso y entró a la UNAM a la Facultad de arquitectura debido a que el tronco común para diseño industrial es arquitectura, lo mismo que para urbanismo y para paisaje. Y en ese año que tuve que cursar me topo con dos grandes profesores que son Don Carlos Mijares Bracho y Humberto Ricalde, ambos que en paz descansen. Me enamoró de la arquitectura, y me preguntaban, ¿cuál es la materia prima con la que trabaja el arquitecto? Y yo les decía, puede ser concreto. Ellos respondieron, no, con lo que trabaja el arquitecto es con el espacio, trabaja con algo que no está definido, o sea, trabaja con la posibilidad de que sucedan cosas. Cuando te lo expresan de una manera tan poética y cercana a lo sensitivo, al alma, creo que ahí es donde me termino de enamorar de la arquitectura. Termino por decir me voy a dedicar a ser arquitecto. Quiero dedicarle mi vida a generar ese tipo de vivencias, me quedaba claro que no estaba en arquitectura para construir cosas, me quedaba en arquitectura para poder ser partícipe de gestionar experiencias. No estamos todo el día diseñando muros, losas, o techumbres. Sino estamos gestionando posibilidades, estamos gestionando oportunidades de experiencias, de vivencias y de cómo se conforma esto con respecto a las personas en su sociedad.
Cuando algo me emociona, lo dibujo, porque lo traigo desde niño, esa era mi manera de guardármelo, o sea, lo mejor no es una foto, es un dibujo lo que más se acerca al arte. Es esa emoción es lo que más acerca a la arquitectura que quiero hacer. He tratado de que todo este trabajo o todo lo que a mí me emociona tratar de pegarlo al lado de servirle a mis clientes o a la sociedad, que en este caso es mi cliente principal.
Alfonso: ¿Tú consideras que hay carencias, retos o problemas dentro del arte, la cultura y la ciudad para que puedan permearse, tal vez, mediante la arquitectura?
Miguel: De alguna manera, hemos creado profesiones donde más que profesiones es un conjunto de voluntades humanas como es la expresión, el entendimiento de nosotros ante un grupo de personas. Lo que nosotros queremos transmitir a esas personas y de alguna manera desgraciadamente lo hemos segmentado y creo que no está tejido, o no lo tenemos como parte de un tejido para poderlo ejercer. ¿Cómo se relaciona ese arte con la sociedad misma? ¿Como te vuelves partícipe, o cómo integrarlo de alguna manera? Te diría que es complejo porque nosotros mismos hemos establecido escuelas en las cuales la formación natural para todos los chavos hoy en día es, o estudias arte o estudias arquitectura, o estudias ingeniería y por medio de esta herramienta que te da la educación te promueves para poder ejercer en la sociedad. Creo que ahí es donde de repente segregamos lo que debería estar por naturaleza integrado.
Alfonso: Mencionas, que no debemos buscar solo hacer casas bonitas porque para eso hay poco trabajo y muchos arquitectos. Hay más demanda en crear una ciudad digna y con pocos profesionales comprometidos con ella. ¿Puedes profundizar un poco, cómo llegas a esta conclusión?
Miguel: Pues en realidad, en el día a día, la verdad es que el quehacer del arquitecto, como bien dices tú, hay un mercado, pero hay un mercado corto de proyectos digamos de alto rango económico o de un macroproyecto, pues dentro de la formación de los chavos, los hacen ir hacia este ensueño del arquitecto. El cual es un cliché, este cliché del arquitecto que puede darse el lujo de irse de viaje con su cliente para que este le enseñe una casa en que vivió en Australia. Y porque no pasar a Sevilla porque vio ciertas piedras para el proyecto. Al regresar a México hará esta casa en un terreno que compró de cuatro hectáreas en donde va a vivir él, pero también está viendo si se casa. Creo que hay un desgaste y un derroche de recursos en todos los sentidos, no solo económico sino de potenciales para generar un espacio. Para mí en lo particular, siento que hay un solo cliente así o digamos diez clientes de este tipo, ya estoy yéndome a mucho y a su vez, hay como dos mil arquitectos queriendo hacer eso. Existe un conflicto muy grande de trabajo y, al contrario, creo que hay una cantidad de necesidades en donde el mercado de arquitectura es gigante. Faltan escuelas, mercados, urbanizaciones, fraccionamientos, nuevos enfoques de cómo las ciudades deben ir creciendo y nuevas adaptaciones de zonas conurbadas, o sea, hay un mundo de cosas que el arquitecto puede hacer. Pero cuántos arquitectos están dispuestos a ir ahí. De los cuatrocientos estudiantes que estaban en la carrera, solo el hippie sentado hasta atrás, que venía en chanclas a la clase es el único que está dispuesto a hacer eso, e irse a vivir a Chiapas, por ejemplo. Yo creo que ahí es donde necesitamos más arquitectos, si realmente hubiera una cama de arquitectos con esta voluntad de ayudar y de saber que no es un sacrificio y que esa es tu profesión.
En donde más arquitectos necesita el país es donde menos arquitectos hay. A mí me encanta ir a donde me digan que existen muchos problemas, ahí es donde a mí me gusta trabajar. No sé si me llaman los problemas, o yo los llamo a ellos, pero estoy donde no hay dinero, estoy donde el dinero es una herramienta para poder generar mayor impacto, no para poderlo gestionar como un lujo. Como consejo para para estas nuevas comunidades de arquitectos que vienen formándose, creo que tienen que girar la vista a otros enfoques, porque están con el ojo en una aguja. Si voltean un poco, se van a dar cuenta que hay continentes completos que construir, pero es ahí donde está el trabajo que se requiere de la masa. No hay que solo fijarse en aquel puntito que es difícil y que seguramente hay muchos peleándose por ese puntito.
La oficina no nace con una casa, no nace con una remodelación, nace con cierto tipo de proyectos como escuelas. Después estas escuelas se van a ir gestionando hacia lo industrial de una manera orgánica. Esto nos ha ayudado a entendernos como taller en donde nosotros podemos sentirnos más útiles. Poco a poco los trabajos que hemos tenido y los perfiles que insisto, a veces yo decía que los clientes caían hacia nosotros y cada día me doy más cuenta de que nosotros somos los que buscamos a nuestros clientes y los enamoramos. Creo que lo que hemos intentado en la oficina para poder coaccionar de una manera más general y con un mayor impacto social, es primero tratando de tener una tipología de proyectos en donde podamos trabajar diferentes puntos y diferentes disciplinas. Eso es lo que yo creo que sí hemos logrado como taller. De manera en que hemos podido trabajar en un punto en donde hay muchas personas implicadas que son especialistas, pero que tenemos el mismo enfoque o fin para poder llegar a un proyecto general.
Alfonso: De alguna manera, tú estás expresando que si bien ha sido como un camino un tanto intuitivo. Sí ha estado esta noción de la necesidad de la multi disciplina para poder sacar adelante cualquier proyecto. ¿Como ha sido el trabajar con este tipo de proyectos? ¿Cómo ha sido trabajar con proyectos que van a servir a una comunidad plural, donde no existe una única demanda?
Miguel: Pues mira, tiene sus diferencias. Para mí la gran diferencia de trabajar para un cliente que te pide una casa, por ejemplo, es que trabajamos para un grupo de personas que tienen una perspectiva y unas necesidades en cualquiera de los rubros que me estás hablando. En el rubro privado, por así decirlo, que puede ser TRUPER una empresa muy grande, de todas maneras, estoy trabajando para un grupo de personas, lo que más nos gusta a nosotros es que no nos enfocamos a una sola persona o a tres personas, cuatro personas para hacer nuestros proyectos, sino tenemos que pensar en varias cosas, por ejemplo, en diez mil trabajadores que van a ser directamente beneficiados por los proyectos y a las familias de esos diez mil trabajadores. Pero mejor todavía, a la comunidad de la población del municipio que trabaja para esa empresa, porque esa empresa hoy en día consume la mano de obra de toda la comunidad, o sea, todo ese municipio trabaja prácticamente con ellos. Eso nos alimenta mucho y de alguna manera nos empuja a poder invitar a la misma empresa a que sus proyectos no estén encerrados solamente para sus trabajadores, sino abrirlos para sus comunidades, esto ha sido un ganar y ganar. Del otro lado tengo a un cliente que somos nosotros, en el cual el gobierno nos llama para poder por medio de la Secretaría, la SEDATU, permitirnos ingresar en estos proyectos sociales. Los cuales realmente se les puede llamar arquitectura social como tal. Sabemos que es muy complejo darles ese nombre, pero este ya entra como una arquitectura social, donde nosotros hemos tenido como clientes a las poblaciones y directamente a quien quiera entrarle porque son proyectos cien por ciento públicos, en donde tú y yo, el que quiera puede ir al parque, a la biblioteca, a la plaza, o ir al museo, no solamente el municipio mismo. Cuando lo entendemos así, ahí es cuando creemos tener la responsabilidad de integrar un grupo multidisciplinario en donde todos den lo mejor de sus equipos para poder gestionar un beneficio más y con mayor impacto dentro de este rubro social. En TRUPER por ejemplo, me ha costado un poco de trabajo, pero ha sido muy interesante el cómo acercarse a este perfil. Que sepan que pueden tener beneficios plásticos, que proponiéndoles un gran comedor industrial con ciertos elementos de vivencias y experiencias para sus trabajadores, que los lleven a estar más sensibles en ciertos aspectos. No es algo que desde el principio no los estén pidiendo, ellos quieren solo un comedor industrial. Sin embargo, nosotros siempre queremos aunarlos a que tengan esa experiencia.
La gente que habita esos espacios se les permita decir que no nada más fue a comer, sino que paso por unos jardines, que llegó a un lugar en dónde a cierta acústica le permite realizar sus actividades o comer de cierta manera, es decir, hay una invitación que creo que se va a permear. Y cuando ese personaje o trabajador salga de ese de ese lugar y se vaya a relacionar en su comunidad y tenga estas vivencias guardadas en su cabeza o en su ser. En el lado público con la SEATU, nosotros sí creemos tener una obligación de poder gestionar un link, primero de certeza de las costumbres del sitio, en donde nosotros no solamente llegamos a intervenir un lugar, sino que tenemos que ayudar a que este sea parte de su cultura o parte de su quehacer, o parte de su día a día en esa población. Por algún lado nos surge el querer llevar unas líneas puras y ciertas arquitecturas a esta sociedad, pero por el otro lado tenemos este corazón que nos dice, los habitantes de esta población vienen de esta arquitectura de quioscos, y de estos colores. Nosotros tratamos de hacer una amalgama de estos aspectos y gestionar oportunidades con edificios que puedan ser fácilmente apropiados por la misma sociedad. "Lo que queremos es gestionar con experiencias plásticas."
Alfonso: Hablas de un innegable valor agregado al utilizar tanto el arte como la cultura para dar un sentido al tipo de proyectos en el que tú te has desarrollado. ¿Cuáles son las demandas, las necesidades, los nichos de oportunidad? ¿Qué tipo de trabajos hacen falta para poder potencializar más aún este tipo de proyectos?
Miguel: Yo creo que sí, de entrada, el habitante de esos municipios en el cual estemos trabajando, creo que este habitante entiende de una mejor manera o de manera más directa las necesidades que tienen dentro de su entorno, mucho más que alguien que es ajeno a esa comunidad y este puede ser el arquitecto. Las necesidades que tiene el sitio, las oportunidades y las propuestas del sitio, las conoce mejor alguien del sitio. Si los arquitectos y los urbanistas de esa zona, porque seguro los hay, conocen mejor su problemática, creo que tienen una posibilidad gigante de poder intervenir en sus proyectos. Creo que si el arquitecto voltea a ver adónde hay necesidades, hay una oportunidad enorme de intervenir. En los proyectos que estamos desarrollando hay cientos de personas que nos permiten hacer las obras. Hay mucho trabajo realmente, muchísimas escuelas, que el mismo INIFED no se da abasto. Son muchas las necesidades, creo que, si tú estás estudiando o estás formándote como arquitecto, que empiezas a entender cuales son las conexiones y los puntos, debes abrir los ojos para ver dónde están realmente tus posibles conductos para gestionar tu trabajo. Creo que es muy loable que el arquitecto se ponga donde existen más necesidades. Eso no quiere decir que le va a caer más dinero ni que le van a caer recursos, al contrario, pero va a estar lleno de costales de necesidades y va a tener muchísimas oportunidades de ejecución.
Alfonso: Hablando de las personas que no son arquitectos, por ejemplo, estos pobladores de los que hablas, a los que el arquitecto tiene que atender, conocer y tomar una posición de servicio. ¿Cómo pueden ellos tomar este empoderamiento para poder participar en estos desarrollos?
Miguel: Primero yo creo que deberíamos de tener mayores herramientas para sensibilizarlos en cuanto a sus creencias plásticas o sus necesidades, porque ellos las tienen, pero no son conscientes de estas. Si hubiera más herramientas para poderlos sensibilizar sería más sencillo, porque entonces sus exigencias y sus demandas irían más directas. Ahí es donde creo que, si empezamos a volver más sensible y consiente a esa población, ellos van a poder participar en la formación de estos proyectos y de todos los proyectos. Todos tenemos esa necesidad plástica y cuando tú vas a un pueblo y te acercas al trabajo de la gente, te das cuenta de que el que está haciendo una silla, que está haciendo un mantel, que el que hace un vestido, tienen esta certeza estética a flor de piel te das cuenta de que lo tienen en la sangre.
Alfonso: ¿Qué pasa con lo que a veces no queda muy claro o queda tal vez implícito, queda como labor de cada quien, para resolver, pero uno como profesional tiene la necesidad de mantener una estabilidad y una independencia económica? ¿Cómo se puede logar?
Miguel: Creo que sabiendo llevar un equilibrio entre lo que tienes que hacer o debes hacer y otra en lo que haces con un fin más de estabilidad económica. Con esto no quiere decir que nosotros enfoquemos los proyectos de diferente manera, los resolvemos todos con el mismo cariño. Creo que para que un taller sobreviva dentro de este lado social, o sea del al lado que no te pagan lo que lo que tú quisieras que te pagaran. Es necesario la capacidad de tener una cantidad de trabajos suficientes para poder gestionar con un gran volumen de trabajo para lograr esa estabilidad en tu propio taller. Lo otro es gestionar un equilibrio de clientes en donde yo pueda trabajar en el rubro que me interesa, que es el de mayor carencia y que pueda de alguna manera también tener un lado de la oficina que trabaja para clientes que me permiten tener esta economía base para poder gestionarlo todo parejo. A la hora que tú juntas todos los recursos y creas tu plataforma, te das cuenta de que es una plataforma muy horizontal, y puedes lograr un equilibrio que te va a permitir gestionar el tipo de arquitectura en donde si tienes el corazón puesto. Insisto, no quiero decir que no le ponemos corazón a todo, pero para hacerlo necesito sacar los recursos de otro lugar. Es tan fácil como necesito dinero para poderlo invertir, no para que me dé más dinero, pero en donde me da tiempo y me da posibilidades de gestionar ese trabajo. Creo que a veces nosotros, los arquitectos, estamos muy mal educados, más bien muy románticamente educados, que nos gusta tanto lo que hacemos y cuando vemos que nos necesitan tanto, pensamos, pues, aunque no nos paguen lo hacemos. Pero a su vez, no le puedo decir a los empleados de mi despacho este mes no cobramos, estamos laborando socialmente. Tengo que ver cómo gestionar una estabilidad económica y esta me puede brindar un equilibrio de proyectos privados y públicos, Hay algunos proyectos que ni nos pagan y hay algunos que nos pagan muy bien.
Alfonso: ¿Para concluir esta entrevista, tienes alguna exhortación o consejo acerca de lo que debemos hacer?
Miguel: Yo diría que necesitamos ser menos juiciosos y ver de qué manera podamos sumar siempre. Sé que la crítica tiene que existir para que esto sea sano y para que podamos crecer en calidad y para que existan muchas más oportunidades, pero invito a que los ojos con los que vean la obra de los arquitectos y de la arquitectura en general sea de una manera positiva, porque creo que entre más avance esto, espero que más se vayan borrando los nombres de los arquitectos. Cuando visitamos la Colonia Roma o visitamos el centro de la ciudad o visitamos Ciudad Universitaria, no solomante decir este edificio lo hizo Mario Pani o este lo hizo Juan O’Gorman, debemos llegar a ver un total arquitectónico sin nombres y apellidos, pero sabemos y sentimos que es una arquitectura de calidad. Y no tengamos esta mirada crítica negativa, para eso existen los críticos y está bien, y de eso viven, pero si queremos realmente ejercer esta profesión y ser habitantes de una ciudad y con una tendencia hacia el primer mundo, tenemos que gestionar nuestras ciudades de una manera educada y esa manera educada es sumando.
Alfonso: Te agradezco muchísimo Miguel, de verdad es un gran honor para nosotros poder platicar contigo, y que consideres a la revista AGENCIA como una puerta abierta para la colaboración. Y llevar toda esta experiencia en la práctica para el beneficio de nosotros como profesionales de la sociedad y de la arquitectura. Muchísimas gracias y hasta pronto.
Miguel: Muchas gracias a ti.
Miguel Montor (Ciudad de México, 1981).
Arquitecto por la UNAM (Facultad de Arquitectura CU 2000-2006)
Ha colaborado con diferentes oficinas de manera constante dentro del ámbito de la arquitectura, y durante un periodo en el campo de la museografía. Dentro del ejercicio profesional a participados en algunos de los despachos mas importantes de Mèxico como Taller de Arquitectura Fabric, Taller de Arquitectura Mauricio Rocha y Jorge Ambrosi Arquitectura.
En 2011 establece su propio taller de arquitectura, asociado con el promotor y arquitecto Lorenzo Farfán. Algunos de sus proyectos son la renovación de los conjuntos educativos para el colegio Nuevo Continente Campus Querétaro y Celaya (2011-2015); desarrollo y consolidación del plantel Interlomas para el colegio Walden Dos (2015); el Colegio Borton Hills en Angelópolis, Puebla (2017-2018), y el Centro de Apoyo Educativo Truper, Jilotepec (2018).
En los últimos años, su práctica en la arquitectura ha ampliado diversas tipologías como en los proyectos educativos se les han sumado proyectos de residenciales como el proyecto de Aldea Maya en Tulum, Cima Morelos en León, Guanajuato, Casa Rivera en Querétaro, Centro de Bienestar, Pabellón de Descanso y Recreativo TRUPER.
Después de un tiempo, desarrollaró espacios de trabajo como el Taller Coroco en Coyoacán y el Taller MM en Narvarte. En el último año, desarrolló edificios públicos con el programa de mejoramiento urbano de la Secretaria de Desarrollo Agrario y Territorial Urbano en el municipio de Tultepec, Estado de México. Estos proyectos son de tipo social y urbano, como el Jardín de Niños Nueva Creación, el Ágora San Marcos, la Biblioteca Pública y Plaza Cívica Xahuento, el Museo de la Pirotecnia, el Museo del Mamut y el Centro Histórico de Tultepec. Estos proyectos buscan favorecer socialmente al municipio con espacios públicos para el desarrollo de actividades culturales.
En el ámbito académico ha dado conferencias en diferentes universidades en congresos y simposios en toda la República Mexicana y en el extranjero, como el Tecnológico de Monterrey, la Facultad de Arquitectura de la UNAM, la Universidad Iberoamericana, el ITESO Guadalajara, simposio sobre la educación en el INIFED, y en diferentes paises como Colombia, Jordania y Argentina.
Fue nombrado en la exposición en el Palacio de Bellas Artes como uno de los 21 jóvenes arquitectos con mejor trayectoria, segunda edición 2019. Su trabajo ha sido publicado en varios medios, destacando la Revista DOMUS México, Revista PLOT Argentina, Revista Arquine, Revista FOLIO, Revista MEXICO DESIGN, Revista CASAVIVA, ARCHDAILY, por mencionar algunos.